El arte, la cultura y las ciencias de la salud, aunque aparentemente dispares, convergen en un punto fundamental: el bienestar humano. El arte, en sus múltiples formas, sirve como una poderosa herramienta terapéutica, capaz de canalizar emociones, reducir el estrés y mejorar la salud mental. La cultura, por su parte, moldea nuestras percepciones sobre la salud y la enfermedad, influyendo en las prácticas de cuidado, las dietas y la manera en que las comunidades enfrentan las dolencias.
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